2.4. La felicidad como resultado de una vida plena


El hombre busca la felicidad.  Todos aspiramos a ser felices.  Por eso el tema de la felicidad constituye un tema fundamental en los sistemas éticos.  Pero no todos entienden del mismo modo la felicidad.  Se podrían clasificar los sistemas éticos en dos grandes grupos: los que cifran la felicidad en bienes sensibles inmediatos y los que la colocan en la realización total o última del hombre, de alguna forma ligada a la trascendencia.  Los primeros tienden a identificar la felicidad con el placer: somos felices cuando disfrutamos de la vida, cuando satisfacemos las necesidades o los apetitos de cada momento.  Esta satisfacción nunca es total; pero la unión de muchas satisfacciones parciales produce en nosotros un estado de bienestar, que es a lo más que podemos aspirar en la vida.  Por su parte los segundos, que entienden la felicidad como el estado de satisfacción por la realización plena del hombre, viven en una continua aspiración a esa plenitud o perfección última, que les hace menospreciar los placeres sensibles por su caducidad.

A la felicidad se opone la desgracia, el placer, el sufrimiento o el desagrado.  Esto explica que el hombre puede sentirse feliz a pesar de algunos sufrimientos, lo mismo que puede sentirse desgraciado rodeado de placeres.  El placer y el dolor, repetimos, son estados parciales y pasajeros.  La felicidad y la desgracia son estados de plenitud.  La felicidad consiste en el estado de insatisfacción por una plenitud de vida lograda.


Bien último y plenitud de vida se hallan inseparablemente unidos.  Preguntarse por el bien último del hombre equivale a preguntarse por su estado de plenitud.  Ahora bien, dicha plenitud no es otra cosa que la realización de su propio ser.  La plenitud del hombre consiste en su máxima perfección.  La respuesta concreta a la pregunta por el bien último nos da la concepción que cada uno tiene sobre la perfección del hombre o, en último término, sobre su propio ser.  Nosotros entendemos esta perfección como la realización de la vida, con la dignidad que caracteriza al ser humano como persona.  En ella residirá la felicidad.